Ahora le toca el turno a la segunda parte de esos bares que estando apartados de zonas de movida contaban con gran aceptación en la época,
convirtiéndose algunos en sitios de obligada visita para todo marchoso que se preciara en el momento.
Y lo voy a hacer volviendo al pub clásico y pionero en esto que estoy llamando “Movida en Algeciras”. Voy a hablar del “Gaby”, situado en la galería que comunicaba las calles General Castaños con Bailén, otro de los primeros bares que se abrieron en Algeciras allá por mediados o
finales de los años 70, al que recuerdo con especial cariño pues aquí fue donde me tomé mi primera Voll-Damm.
En este lugar conocí a Mario Mejías, posterior dueño de “Bizarre”, con el que me unió una gran amistad. Mario
trabajaba junto a Gaby, propietario del local que aún hoy sigue abierto, ahora como cafetería. Estaba situado junto a “Ashpeno”, tiendecilla transgresora de dos plantas donde podías comprar desde un libro con la biografía o con partituras de las canciones de tu grupo favorito, discos o librillos de papel de fumar hasta narguilas, pipas o cualquier otro utensilio de utilidad bien definida.
Ahora nos vamos a ir al final de la calle Sevilla, allí, conviviendo con la movida de San Isidro había un pub bastante escondido llamado “Papaicho”. Su dueño, Pepe Reyes, lo decoró con exquisito gusto con mesas de mármol cuyas patas eran de máquinas de coser antiguas y en el saloncito que estaba junto a la zona de la barra colocó una gruesa
tela en el techo, recogida con pliegues de forma que confluía en el centro donde se encontraba una lámpara y que le daba forma de cúpula y quedando un efecto muy llamativo.
Después de algunos años, permaneció por un tiempo cerrado hasta que a principios de los 90, Salvador, ex socio de Felipe en el “Paralelo 36” , viendo que la zona de la Inmaculada iba tocando a su fin, decidió instalarse por su cuenta y le alquiló el local a Pepe y lo llamó “Turquesa”, conservando, acertadamente, toda la decoración del “Papaicho” aunque pintando las paredes del color del nombre del bar. Tuvo bastante buen ambiente con parte de los asíduos al “Paralelo” que alternaban entre ambos bares al ser Salva una persona con bastante carisma.
Una vez Salva decidió dar por finiquitado el negocio, lo arrendó Julio Cervantes, Pepe Baltanás y Eduardo, pasando a llamarse “El paseante”, con similar clientela que el “Turquesa” dado que, tanto Pepe, Julio como Eduardo, eran
también fijos en el “Paralelo 36”. Permaneció la misma decoración que tanto gustaba al personal.
Poco tiempo después, el local pasó a manos de Eva que siguió llevándolo con bastante buen ritmo.
Hoy en día vuelve a estar abierto por Fernando Cruces con el nombre de “La Gotera” y es de los pocos bares que nos ofrecen algo distinto en la Algeciras actual, ya que se sigue escuchando buen Rock y organizándose distintos tipos de Fiestas con un denominador común: La buena música.
No hace mucho se celebró una fiesta en recuerdo de el “Bizarre” que me cuentan que estuvo muy bien, lamentablemente no me avisaron y no
pude asistir. Espero que se sigan repitiendo este tipo de acontecimientos.
Aquí hemos celebrado, y espero que se sigan celebrando, distintos acontecimientos de nuestro fanzine “Kristal” como el 20 aniversario de su aparición.
Sin salir de la calle Sevilla, no puedo pasar por alto una cafetería que montó Felipe tras el triste cierre del “Paralelo 36” y que se llamaba “El Tragaluz”. Felipe intentó dar a este local un estilo propio, no sólo dedicado a tomar café o copas sino que también se pudieran admirar exposiciones de pintores locales o dibujantes varios. (Yo tuve la suerte
de poder colgar en sus paredes durante unos días una muestra de mis comics) así como escuchar buena música.
Fue un buen lugar de reunión y el último que montó Felipe en la ciudad. Podéis saber más sobre Felipe en este Blog,
ya que dispone de una entrada dedicada en exclusiva un poco más abajo.
En la Plaza Neda, siguiendo en la misma calle, en el local que estuvo hasta hace muy poco la pizzeria “Don Giovanni”, había un amplio pub llamado “Clipper”, decorado con motivos marineros. Este pub, en principio concebido como disco-pub contaba con un pequeño escenario donde actuaron grupos foráneos ocasionalmente.
Recuerdo que por aquí pasó “Amaral” antes de lanzarse a la fama.
En plena Plaza alta llegó a funcionar otro pub que, creo que es el único que se ha montado hasta la fecha en esta plaza, me refiero al “Flamingo”, bar decorado con espejos por todas partes y mucho boato, contaba con un equipo de música superior a la media de los locales y con una colección de discos traída de Londres, así que se escuchaba lo que estaba sonando en ese país, referente musical, con una calidad de sonido excelente . cerca de éste último, en el callejón del Muro, abrió sus puertas un pequeño pub llamado precísamente “Piccolo”.
Y en la zona de San García, ya en época más reciente, aparecieron un par de sitios interesantes, “La escapada”, sede de un motoclub donde eran célebres sus karaokes y “La Clave” de Jesús Palomares, donde se podía escuchar buenísima música en directo y enlatada, predominando el Blues y el buen Rock, no en vano, Jesús Palomares fué miembro de “Algeciras Blues Express”. Jesús nos dejó no hace mucho y el local permanece cerrado desde entonces.
También quiero nombrar dos locales en la barriada de San José Artesano que han sabido adaptarse a las distintas
épocas y aún hoy después de algunas décadas, siguen funcionando a un altísimo nivel, éstos son “El Acuario” y el
pub-hamburguesería “Churrasco”.
Volviendo un poco a la temporada de verano, quiero destacar un invento que se montó a principios de los años 90 en lo que se conocía como “El Polvorín”, donde hoy está el Paseo de Cornisa. Aquí había un gran llano y en él se montó una gran carpa y en su interior habían varias barras, sirviendo un poco de movida de verano ya que los mandamases habían fulminado los bares del Rinconcillo y quisieron dotar a la ciudad de una zona de esparcimiento alternativa, pero la cosa no resultó como se esperaba pues, aunque el ambiente era excelente, la proximidad con la barriada de San José Artesano provocó que los vecinos presentaran una y otra vez quejas y denuncias ante el ruido que de allí salía y una vez acabado el verano ya no se volvió a montar nunca más.
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